En esta película se muestra como la vileza del capital logra lucrar con todo, sin que nada ni nadie pueda frenar siquiera su paso. Convirtiendo oportunamente la salud de los ciudadanos en un negocio del que se ven favorecido unos pocos; y de todas las artimañas de las que se valen, chantajes, espionaje, manipulaciones, favores, descuentos, burocracia, coimas, etc.
Por mas cómica que resulte es de destacar que no hace mas que reflejar la verdad sobre los servicios públicos y las privatizaciones en naciones como Argentina.
En "La clinica del Doctor Cureta" dicho doctor (interpretado por el cómico italiano naturalizado argentino Gianni Lunadei) es el director de la llamada clínica "La ponderosa", intenta persuadir a un político honesto, (lo que es ya demasiado cínico) y en su intrincado plan por mantenerse siempre arriba debe lidiar en una especie de guerra fría contra sus propios empleados que luchan por mejorar sus condiciones laborales y las de los pacientes (entre ellos J.P Noher y G. Garzón). He aquí la cotidiana lucha entre el proletariado y la burguesía.
Una película desconocida en Sudamérica y ni hablar en el resto mundo, un humor propio del Sur del continente con una pequeño toque de comedia italiana, que puede llevar a perderse un poco. Este film es contenedor de muchos chistes e ironías que inclusos son desconocidas para la gran mayoría de los menores de mi país. Quizás lo tragicómico o las comedias negras (esta no lo es en exceso) sean uno de los géneros mas atrayentes para quienes buscamos e investigamos semana a semana el cine oculto o desconocido y esta película roza lo antes mencionado con una sátira a un sector de la sociedad burguesa argentina.
En definitiva: vemos como el cine puede ser un objeto de denuncia y un ayuda para que abramos los ojos,
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Yo tenía unos 15 años cuando esta peli se estrenó. Lunadei era un buen actor.
ResponderEliminarNo reparé en la peli hasta más grande, y ya reciclada en Volver o ese tipo de canales de reliquias.
Además de tu reflexión del final agregaría la triste conclusión de que veintipocos años después no perdió un ápice de vigencia...
Abrazo, Iván.
SIL